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Zapatero y los "territorios forales"

El proceso de reforma constitucional, por vía directa en algunos aspectos y por vía estatutaria -se reconozca o no- en muchos otros, implicará si se culmina grandes cambios para la convivencia en España. Muchos políticos y juristas se han ocupado hasta ahora de los grandes temas de Estado en discusión -la Corona, la unidad nacional, la igualdad entre los españoles-; pero dos españoles en concreto tienen en sus manos el porvenir de los dos "territorios forales" que nunca han dejado de serlo: el diputado general Ramón Rabanera en Álava y el presidente Miguel Sanz en Navarra.

Álava y Navarra son desde la Edad Media, aunque con origen, formas y naturaleza muy diferentes, territorios con una personalidad acusada, y con un marco jurídico propio. Ambas provincias encontraron su acomodo en el régimen constitucional del siglo XIX, manteniendo peculiaridades normativas e institucionales que el resto de España fue perdiendo. Efectivamente, los fueros alaveses y especialmente los navarros no son "modernos", pero han demostrado su capacidad de coexistir con la modernidad y de ser siempre, además de símbolo de identidades, soporte de libertades y de prosperidad. Y por eso la Constitución de 1978 los reconoce.

Ahora se plantea un cambio autonómico que es, en definitiva, un cambio en el régimen constitucional.  Y la pregunta que los navarros y los alaveses se hacen es, sencillamente, qué va a pasar con sus fueros. Es decir, con su personalidad histórica.

Los fueros -genéricamente llamados "derechos históricos"- son, como la existencia de la nación soberana, un presupuesto de la Constitución. Aunque en el PSOE-PSC esto no esté demasiado claro, las cosas son así: la Constitución existe y se promulgó porque previamente había una nación de la que emana la ley suprema; así que la nación no existe porque lo diga la Constitución, sino al revés. Del mismo modo, los fueros existen antes que esta Constitución y que todas las anteriores; como los fueros y la Constitución proceden de una única realidad preexistente -España- se encontraron fórmulas ágiles para hacerlos compatibles.

No es algo que los navarros de a pie solamos recordar a menudo, pero hay que pensar en términos comparativos. Desde las revoluciones liberales España ha tenido una decena de ordenamientos constitucionales diferentes, con la consiguiente inestabilidad política, social y económica. Mientras tanto, Navarra conservó su autonomía foral, nacida de la unidad nacional y encuadrada cómodamente en esa soberanía, pero sin someterse a los vaivenes partidistas. De hecho, hasta la entrada en vigor del Amejoramiento Navarra siguió disfrutando de esa autonomía, ampliada ahora. Álava, aunque por caminos diferentes, estaba en 1978 en una posición similar a la Navarra y las reformas que se piden en nuestra vida constitucional le afectan igualmente.

¿Qué piensa hacer el actual presidente del gobierno con los fueros alaveses y navarros? En el programa electoral del inesperado vencedor del 14 de marzo de 2004 se preveía una reforma limitada de la Constitución, en aspectos muy concretos que requerirían el consenso del Partido Popular y que en todo caso nos afectan exactamente igual que al resto de los españoles. Pero la "vía estatutaria" abierta por Pasqual Maragall tras el fallido intento del "plan Ibarretxe" sí nos afecta de lleno.

Zapatero se ha comprometido a una serie de reformas autonómicas que, en los deseos de los nacionalistas que lo mantienen en el poder, deben implicar la desigualdad entre los ciudadanos y las regiones españolas. Y en el caso concreto de los nacionalistas vascos -unos armados de escaños y otros de bombas, pero con el objetivo común de la autodeterminación, como denuncia el diputado alavés Santiago Abascal- se plantea la inmersión de la provincia foral de Álava y sobre todo de la Comunidad Foral de Navarra en una nueva "nación".

Muchos navarros tienen la impresión de que su destino puede decidirse, y tal vez esté ya en negociación, por razones políticas ajenas a Navarra. Lo mismo cabe decir de Álava. Ambas comunidades, precisamente por mantener una identidad foral que es anterior a la Constitución y que no puede ser modificada unilateralmente, deben velar por sus intereses de hoy, de ayer y de siempre. Si se reforma la Constitución y el PSOE quiere certificar su buena y leal voluntad, podrá demostrarla suprimiendo la anexionista Disposición Transitoria cuarta, como expresamente pidió UPN desde 1979 y como pide Miguel Sanz. Y si Álava no puede desarrollar su personalidad cómodamente en el marco rígido y nacionalista de la Comunidad Autónoma del País Vasco tiene en sus fueros, como bien sabe Ramón Rabanera, un espacio propio de libertades. Como toda libertad legítima, siempre susceptible de ampliación en el respeto al origen histórico de todas ellas: España, que no en vano encabeza el Fuero General desde su preámbulo.

Pascual Tamburri