Un nuevo curso político para Navarra
El séptimo congreso de Unión del Pueblo Navarro, con su nueva orientación humana e ideológica, ha coincidido en el tiempo con la forzosa toma de posiciones del PSN en asuntos relevantes. Así, el socialismo navarro ha tenido que aceptar que en caso de reforma constitucional se elimine la disposición transitoria cuarta, discriminatoria y lesiva para Navarra; y ha tenido que aceptar la bondad esencial de la actual política lingüística, que si peca es por exceso y que si acierta es por intentar separar el uso del vascuence de su manipulación política. Como debe ser.
Y así, entre la calma que sigue al Congreso y el reconocimiento tributado por el principal adversario, UPN ha confirmado su centralidad en Navarra. UPN no es «de centro»; es «el centro» de la sociedad navarra, el polo donde se articulan las soluciones a los problemas y el lugar por donde pasan las personas destinadas a aplicar esas soluciones. No es tanto una cuestión de permanencia en el poder -hubo un PSOE de gobierno y hubo un tripartito que algunos añoran- cuanto de posición insustituible.
Lo de UPN no es único. Sería el caso del PNV, de no mediar el lamentable poso separatista y terrorista. Fue en otro tiempo el caso de CiU. Es el caso del PP en algunas otras regiones, y el de PSOE. Pero pocos de estos casos son tan duraderos, amplios y sólidos. De lo cual se derivan, ante todo, responsabilidades.
Para ejercer bien esas responsabilidades no sirven las improvisaciones. Hacen falta modelos. Hacen falta personas. Hacen falta principios. Todo eso está ya ahí, latente o presente, pero es preciso darle forma. Por eso es notable la apuesta de Alberto Catalán, desde la secretaría general, por Pedro Eza para las tareas de formación.
UPN tiene en el futuro dos posibilidades. Puede seguir el camino de Convergencia y Unión, y pasar de la centralidad a la oposición y de ahí tal vez a la marginalidad. Como en Navarra, no ha habido deslices ideológicos ni incorrecciones políticas en el caso catalán, prudente y centrista incluso en demasía. Pero ha habido un paso cambiado en el relevo generacional, y la llegada al poder de unos nuevos dirigentes que daban todo por hecho, sin vivir junto a sus bases, despreciándolas incluso, menospreciando sus principios tradicionales y sus nuevas inquietudes. CiU dejó de ofrecer respuestas, se alejó del centro de la sociedad, y purga ahora sus errores. Errores de formación.
Nadie desea en UPN un futuro así, lógicamente. Y UPN tiene cerca un modelo de permanencia eficiente, aplaudida y coherente en el poder. Tan significativa como el nombramiento de Eza fue la intervención, en el congreso de UPN, de Rainer Glagow, de la Unión Cristiano Social de Baviera.
La CSU estimuló a UPN hace años a través de la asociación Leyre, y la firmeza de principios exhibida en el baluarte por Glagow ha sabido ir unida a una centralidad aún más sólida de su partido que la de UPN. A lo largo de tres generaciones la CSU ha gobernado desde Munich una región histórica, integrando las nuevas necesidades sin renunciar a los valores permanentes - «Nuestro origen es Baviera, nuestra Patria es Alemania, nuestro destino es Europa»-. Y ha ofrecido, además, un modelo de partido democrático operativo.
Esta es la segunda parte de la lección bávara. Miguel Sanz recordaba días atrás que un partido, «además de integrar distintas sensibilidades» debe ser fuerte, estar unido y bien organizado. Y que un partido moderno «debe ser disciplinado y cada uno debe estar en su sitio.» La tentación asamblearia no es sino uno más de los riesgos de una larga permanencia democrática en el poder. Otro es una selección de la clase política por criterios diferentes al único válido desde Platón -capacidad, lealtad, mérito-; y otro es confundir la formación política con una simple capacitación técnica. Hace unas décadas Franz-Josef Strauss supo comprenderlo y encontrar soluciones, mucho mejor que Jordi Pujol si juzgamos los resultados. Pues bien, además de felicitar a Sanz, a Catalán y ahora al amigo Eza, hay que desearles acierto y buena suerte, que los riesgos son muchos. Como Glaglow, diremos «Vivat, crescat, floreat in aeternum Navarra!».