Política lingüística y complejos "progresistas
El parlamentario socialista Carlos Cristóbal defiende desde el pasado lunes sus propias conclusiones como representante del PSN en la ponencia de política lingüística del Parlamento. Vaya por delante mi respeto por lo que no dejaba de ser un documento interno del PSN, aunque sea comunicado a la prensa. Pero es significativa la percepción de Navarra, de su identidad y de sus lenguas que tiene este notable representante del segundo partido navarro. Y eso merece un comentario.
Decir que no se puede reformar la ley foral del Vascuence porque "no existe consenso ni en el Parlamento ni en la sociedad para a continuación pedir que se modifique "en sentido positivo la política lingüística es por lo menos sorprendente. Lo es en las formas, porque roza el fraude de Ley (ya no vale lo de Romanones: "haga usted la Ley, que ya haré yo el Reglamento"). Y lo es sobre todo en el contenido, pues ¿qué es "un sentido positivo para el socialismo navarro de 2005?
Para el autor del documento, las cosas parecen estar claras: revisar (al alza) los límites de la llamada zona mixta, para así permitir que la Comunidad Foral financie más y mejor dentro del sistema educativo público la enseñanza en euskera, por ejemplo, en Noáin, Mutilva, Sangüesa e incluso en Tudela, Tafalla y sus zonas. Lugares todos ellos, como puede notarse y es bien sabido, con un altísimo porcentaje de hablantes nativos de esta venerable lengua española preindoeuropea.
En definitiva, de lo que se trata es de criticar al actual Gobierno UPN-CDN por "los pasos atrás en el proceso de desarrollo y promoción de la lengua vasca en la sociedad navarra". Es decir, que este parlamentario socialista afirma, de una tacada, lo siguiente: que extender el euskera donde no se habla y tal vez jamás se habló mayoritariamente es una política en sí misma progresista; que el problema del euskera es la existencia del actual Gobierno; y que éste tiene la obligación de privilegiar a quienes optan por la extensión de un determinado modelo lingüístico frente a quienes no tienen siquiera libertad para expresarse.
Porque el problema, que muchos autodesignados progresistas no perciben y que tal vez don Carlos Cristóbal no ha llegado a notar, no es de lenguas, sino de libertad. Tiene razón, en efecto, en que se ha hecho un mal uso de una Ley manifiestamente mejorable. Pero precisamente por todo lo que él no repara en mencionar.
Es una cuestión de libertad, porque el vascuence, en sus distintas variedades navarras, se ha convertido en instrumento de política. Porque la enseñanza del y en vascuence ha terminado por ser, en muchos casos y con dinero de todos los navarros, bandera de una opción política muy concreta. Que no es precisamente mayoritaria entre nosotros, pero que cuenta a su favor con la movilización totalitaria y en parte armada de todo un sector de la sociedad. Y que, curiosamente, no es la del autor del documento.
Además, es una cuestión de complejos mal curados. Nadie tiene reparos en afirmar que el euskera es una lengua española y en parte navarra. Es algo de aquí, pero no una realidad ante la que debamos sentir sólo reverencia, como si la sedicente "defensa del euskera fuese la encarnación de la bondad, la belleza y la verdad, y no una imposición del nacionalismo a la que una parte de la izquierda se siente en la obligación de someterse para conservar el marchamo de "progresista".
¿Progresista el nacionalismo sabiniano? Realmente, el nacionalismo y sus súcubos son el peor enemigo del euskera, porque han colocado una de nuestras joyas culturales al albur de la política. Colaborar con ellos en esa tarea es tan lamentable e impropio como decir que Navarra es bilingüe, cuando en realidad hay una lengua común y otra minoritaria y compartida (no "minorizada": eso es una cursilería sesgada). Sin duda la política lingüística puede mejorarse mucho, pero sólo reconociendo lo que se ha hecho bien y partiendo de las realidades.
Quiero añadir una nota personal a esta reflexión, como vecino de la Zona Media. Aquí no se ha hablado vascuence en generaciones, y en muchos lugares, sin duda, jamás; y no se hablaría de no ser por la ecuación identitaria del nacionalismo. Se habla, o se enseña, en buena medida financiado por el Gobierno. Que ese nacionalismo sin nación y sin razón sea considerado presentable por la izquierda democrática, y que se le hagan estas carantoñas, es tal vez indicativo de dónde quiere ir una parte del socialismo navarro. Tomemos nota.